
[KAVE=Choi Jae-hyuk, periodista] En un rincón de Seúl, el ruido que proviene de un viejo ático no es música ordenada. Más bien se asemeja al grito de una vida perdida. La película comienza con el rostro inerte y seco de 'Il-rok (Baek Seung-hwan)', un hombre que vive cada día con apatía. Para él, la palabra 'mañana' no es esperanza, sino simplemente una extensión de la monotonía que se repite. La vida es gris, sin ninguna expectativa, eso es todo. Un día, un amigo de Estados Unidos, 'Ye-geon (Lee Woong-bin)', aparece de repente, realmente de repente. Ye-geon, que regresó de Chicago después de abrir un ambicioso negocio de sándwiches y fracasar estrepitosamente, le sugiere de inmediato: "Vamos a participar en un concurso de cuartetos masculinos". Il-rok se ríe de la idea, pero en realidad no tiene una razón convincente para rechazarla ni un plan emocionante alternativo. Así comienza el desafío imprudente y sin rumbo de dos hombres inútiles.
Sin embargo, un cuarteto no puede ser formado solo por uno o dos. Se necesita urgentemente un miembro que armonice. El primer miembro que encuentran después de buscar es 'Dae-yong (Shin Min-jae)', un vendedor de pescado. Vive empapado en el olor a pescado en un rincón del mercado, y aunque parece cansado de la vida como un ojo de pescado sobrante, su pasión por la música es más ardiente que la de cualquiera. Aunque sufre de una grave fobia escénica. Y el último miembro, 'Jun-se (Kim Chung-gil)', se une al grupo. A primera vista parece estar bien, pero cada vez que abre la boca, se desvia de manera extraña y no tiene ninguna percepción de la situación, es un 'cero en sentido común' que se une al equipo con su cabello en coleta. Así se reúnen los cuatro hombres, y el nombre del equipo es 'Delta Boys'. Pasando por alfa, beta y gamma, llegan a delta. No son el primero, el segundo, ni siquiera el tercero, son un cuarto lugar ambiguo. En otras palabras, son los 'Vengadores' más patéticos y desaliñados del mundo.
El lugar de ensayo es el estrecho ático de Il-rok. Pero su práctica no puede ser fácil. En el momento en que deben gritar "Jericó, Jericó" y hacer una gran armonía, están demasiado ocupados sorbiendo fideos instantáneos y bebiendo soju mientras se culpan mutuamente por su patetismo. Dae-yong siempre llega tarde a los ensayos debido a su trabajo en la tienda de pescado, y Ye-geon, lleno de una confianza infundada, se convierte en un 'líder' que lanza críticas a los miembros. Jun-se, al intentar comer solo el almuerzo que su esposa preparó con esmero, a menudo se siente herido por las reprimendas. Su tiempo de práctica se llena más de charlas sin valor que de canciones, y el caos está lleno de gritos y críticas más que de bellas armonías.

La película sigue su vida cotidiana de manera casi documental, a veces como un programa de observación. Escenas de los cuatro hombres adultos apretujados en una estrecha furgoneta como ropa arrugada, discutiendo, momentos en los que se ayudan mutuamente a lavarse la espalda en el baño, y escenas de ellos reunidos bajo una lona de plástico en un techo lluvioso, bebiendo makgeolli. En este proceso, el público se preocupa más por si estos desastrosos personajes se enojarán por cosas triviales y si podrán reunirse de nuevo al día siguiente, que por si mejorarán su habilidad para cantar y ganarán el primer lugar en el concurso.
Un día, la fecha de la audición del concurso se acerca y los conflictos del equipo alcanzan su punto máximo. La pesada gravedad de la realidad que no se puede resolver solo con romanticismo los aplasta. La desesperada situación de Dae-yong, que no puede dejar su tienda sin poner en peligro su sustento, la unilateralidad de Ye-geon que presiona sin sentido, y la incapacidad de Il-rok para mantener el equilibrio entre ellos. La pregunta afilada "¿Realmente quieren cantar? ¿Esto es un juego?" flota en el aire. Cada uno de ellos, desde el fondo de su vida, se reúne nuevamente en el techo para encender esa pasión que quizás sea la última de sus vidas, aunque nadie la reconozca. La música que sale chisporroteando de un viejo reproductor de casetes. ¿Podrán los Delta Boys subir al escenario que soñaron y derribar los sólidos muros de 'Jericó'? ¿Sus voces podrán resonar como una sola armonía en el mundo, o al menos entre ellos?
Película de bajo presupuesto... La calidad del arte no se puede comprar con dinero
La película 'Delta Boys' del director Go Bong-soo ha dejado una huella clara en la historia del cine independiente coreano con el impactante hecho de que fue filmada con un presupuesto de solo unos pocos millones de wones. Esta obra rompe el estereotipo de que un entorno de producción deficiente perjudica la calidad del trabajo, demostrando que se puede superar el límite del capital con ideas y energía cruda. Esto ha tenido un impacto decisivo en la ampliación de la diversidad en los métodos de producción y distribución en el cine independiente coreano, proporcionando una fuerte inspiración a los jóvenes directores que comienzan con bajo presupuesto, diciéndoles "Yo también puedo hacerlo". La película se deshace audazmente de la iluminación pulida y la edición fluida que caracterizan al cine comercial. Lo que llena ese vacío es la respiración áspera de la cámara en mano y los largos planos que son casi toscos. Esto se debe en parte a las limitaciones del presupuesto, pero en última instancia se convierte en una elección estética que transmite de manera más efectiva la vida patética y miserable de los cuatro personajes de Delta Boys, el aire de ese espacio estrecho y opresivo. El público siente como si estuviera sentado en un rincón de ese estrecho ático, observándolos.

La mayor virtud y arma de esta obra es la abrumadora naturalidad de los actores que desdibujan la línea entre 'actuación' y 'realidad'. Sus discusiones, que se extienden en largos planos, fluyen entrelazadas sin comas ni puntos, y los silencios incómodos, los momentos de quedarse sin palabras y los diálogos superpuestos provocan risas más poderosas e instintivas que una comedia altamente calculada. Su charla se asemeja a una pelea en un lodazal entre el instinto de supervivencia y la apatía. Las conversaciones en 'Delta Boys' son el lenguaje crudo de la gente común que oscila entre la supervivencia, la apatía y una esperanza vaga, así como un sincero sentimiento sin pulir.
La película no se obsesiona con el resultado de 'éxito'. Mientras que la mayoría de las películas musicales presentan una narrativa típica de 'crecimiento' que brinda catarsis al público después de resolver los conflictos entre los miembros con una gran actuación, 'Delta Boys' ama y acepta la confusión del proceso en sí. La canción que cantan a todo pulmón, 'Joshua Fit the Battle of Jericho', simboliza fuerza, victoria y milagro, pero los Delta Boys que la cantan son infinitamente débiles y insignificantes. Esta gran ironía se alinea con la lucha absurda del ser humano que el escritor francés Albert Camus describe en 'El mito de Sísifo'. Como Sísifo, que empuja una roca sin fin, ellos vierten una pasión sin sentido hacia un objetivo que seguramente se derrumbará. Sin embargo, la película encuentra una sublime paradoja y la belleza de la carencia en esa futilidad.

Así, 'Delta Boys' rechaza completamente el código de 'melodrama' que el cine comercial coreano exige, provocando risas y sonrisas en lugar de lágrimas, manteniendo una distancia emocional con el público, abriendo un nuevo horizonte de comedia que guía hacia una verdadera empatía en lugar de simple compasión. El público siente una extraña emoción en las serias expresiones y gotas de sudor de ellos cantando con fervor, en lugar de esperar que su canción forme una armonía perfecta. Es la estética de la disonancia creada por la imperfección que resulta más hermosa.
Además, esta película demuestra la energía alegre que el cine independiente coreano puede tener. En un mundo del cine independiente donde predominan la seriedad y la crítica social, 'Delta Boys' plantea la descarada y alegre pregunta: "¿Qué hay de malo en hacer lo que simplemente quieres hacer? ¿Qué pasa si no lo haces bien?". Con viejas sudaderas desgastadas, cabello desordenado y sorbiendo fideos que no parecen apetitosos, ellos dicen: "Deberíamos tener al menos un trofeo", "¡Nosotros somos los mejores!". Este optimismo infundado no es solo una evasión de la realidad, sino que la película muestra de manera convincente que es la única fuerza que les permite soportar una realidad tan miserable. 'Delta Boys' es un homenaje tosco pero cálido para todos los adultos que aún flotan en la juventud incompleta o que han pasado la juventud pero siguen siendo incompletos.
Si quieres ver una K-movie realista
No recomiendo esta película a quienes esperan el espectacular despliegue de un blockbuster con cientos de millones de wones o giros bien elaborados. Para aquellos que buscan un espectáculo brillante, una narrativa refinada o un final limpio, 'Delta Boys' puede parecer un ruido molesto que requiere paciencia, o un balbuceo sin contexto.
Sin embargo, recomiendo encarecidamente esta película a la generación de 30 y 40 años que siente que su vida es como un coche detenido en una carretera congestionada, o a aquellos que no pueden recordar la última vez que desearon algo con ansias, porque su vida se ha vuelto seca. Además, para los cinéfilos que están cansados de las emociones artificiales de las películas comerciales pulidas o de los melodramas, esta película será un excelente antídoto.

Si te encuentras profundamente atrapado en una apatía que ni siquiera te emociona pensar en el menú del almuerzo de mañana, no dudes en tocar la puerta del ático de Il-rok. La tibia copa de papel de soju que te ofrecen y la canción desafinada que cantan pueden devolverte el 'coraje de simplemente lanzarte', 'la pasión sin razón' que has olvidado durante mucho tiempo. Después de ver esta película, querrás sacar esa sudadera anticuada que has guardado en el armario y pararte frente al espejo para hacer una pose. Está bien ser un poco patético, como lo fueron los Delta Boys. ¿Qué pasa si eres un poco insuficiente? Todos estamos viviendo hoy, chocando con nuestras realidades sólidas, derribando esos muros de 'Jericó'.

